jueves, 22 de agosto de 2013

Monsieur Garnier “El Tio del Aparato”


Monsieur Garnier Tous du Santos “El tio del aparat

Esta es  la historia de un hombre que empujado por los azares de la vida hizo su aparición en  La Línea allá por los años 1910.  Aquel hombre fue Monsieur Garnier Tous du Santos,  más conocido por el “Tío del Aparato”. Este nombre  no le dirá nada a los más jóvenes, pero si que recordara a los más viejos las andanzas y peripecias de un personaje que se hizo muy popular en esta ciudad. Unos decían que era un filósofo, otros que un intelectual, pero sus primeros tiempos fueron de un estimado profesor de francés.

Según leemos en la prensa de la época, decía que la historia de Monsieur Garnier nunca se supo de verdad, pues en ella se mezclaron la leyenda con el misterio y lo único que sabemos es que era francés y que vino de Portugal en 1910. Decían que era un fraile de una orden religiosa y que con motivo del destronamiento del rey de Portugal, abandonó el estado religioso y se inernó en España, por que siguiendo los dictados de su conciencia, no quiso participar en forma alguna en una contienda fraticida. D. Enrique Sánchez-Cabeza Earle, empezó a tratar Monsieur Garnier cuadno todavía era un niño, fué uno de sus alumnos de frances y  para D. Enrique es esta la versión que tomo por buena, ya  que para el, es la que corresponde a la vertical actitud adoptada por Monsieur Garnier en los últimos años de su existencia, la absoluta renunciación a todos los bienes materiales.

El caso es que este señor se presento en esta ciudad con el atuendo de un caballero algo excéntrico, traje de levita negro, sombrero de Bombin y unos trotes de soldado ingles. Su aspecto físico, lo más parecido al filósofo o sabio alquimista o la de un rabino sefardí. Contaban los que lo conocieron que tenia frente ancha, ojos azules con gafas redondas en montura de acero, nariz  aguileña, barba de chivo a lo Valle-Inclan con melena de león, lo que calificaríamos hoy como un autentico hippi.

Eso si, Monsieur Garnier era un pulcro y correcto caballero, profesor de francés, poseía una vastísima cultura y llevaba una vida espartana. Según leemos en nuestro archivo, esa conducta intachable y sus grandes dotes intelectuales, llamaron muy pronto la atención  de todo el mundo, así es que en seguida se vio solicitado por muchas familias acomodadas de La Línea, para que  diera clases  de francés a sus hijos, y se gano el aprecio por su carácter amable y bondadoso.

Uno de los primeros protectores que encontró fue a D. Fco. Berenguer, dueño del ¨patio de los balcones¨ en la calle Gibraltar (muy cerca de las instalaciones del Diario Area), en el cual le cedió una habitación de la planta baja donde vivió durante varios años. En aquella época  el caballero profesor solo vivía de sus clases de francés, de las que tenia numerosos discípulos. Pero he aquí que de  pronto el profesor comienza a evolucionar en sus ideas e influenciado por la filosofía naturalista, decía que el hombre mientras no fuera libre como los pájaros, no encontraría su verdadera felicidad.



la casa de los Balcones en la calle Gibraltar


Así es que fiel a estas ideas, comenzó en querer imitar el vuelo de las aves, y  se enfrasco en el invento de un primitivo aparato volador, una especie de alas construidas de cañas y telas.

Según vemos en los datos que tenemos, las alas fueron construidas en el Taller de Cantería de D. José Torres en la calle Aurora, frente a la calle Sevilla (hoy Padre Cantizano). En este taller  y entre las miradas atonicas y sonrisas burlonas de los curiosos, fue ensamblando Monsieur Garnier el extraño artefacto volador, muy parecido al que ideara Leonardo da Vinci.

Después de algunos pinitos de ensayos, realizo la primera prueba en serio de lanzarse al  espacio. Unos dicen que el lanzamiento lo realizo por los años 1914 y otros que por el 1922, pero en lo que muy pocos coinciden es en que lugar hizo la prueba.

Existen varias versiones: la azotea de la ´´Casa de los Balcones´ en la calle Gibraltar, la Plaza de Toros, la Comandancia Militar (hoy Museo de Istmo), la Fabrica de fideos de D. Luís Ramírez Galuzo, en el espigon de San Felipe y la Fabrica de Corchos¨, pero de todas estas versiones la que más se aproxima a la verdad, es la ¨Fabrica de Corchos¨ como el lugar donde realizo el lanzamiento, una verdadera locura que por poco le cuesta la vida a aquel pobre imitador de los  hombres voladores.

No se sabe si fue como consecuencia de este fracaso de inventor aéreo, cuando el señor Garnier cambio de modo de vida, pero lo cierto es que este hombre de una integridad moral a toda prueba y de una inteligencia privilegiada comenzó a cambiar de conducta, usó por traje un babi de crudillo hasta los tobillos, andaba descalzo,  no se lavaba, dormía en un montón de papeles y trapos y la miseria y la suciedad comenzaron a ser un habito en el; andaba descalzos por nuestras calles y plazas, entonces no muy bien pavimentadas, las que las estaban, o simples arenales, pisaba firme sin preocuparse dónde lo hacía, y no fueron pocas las veces, que como consecuencia de su despreocupación, sus pies sangraban por las heridas ocasionadas por los trozos de vidrio o metal y ademas no se preocupaba de curar, “Dios lo puso en mi camino” afirmaba, y lo tenía que aceptar con humildad porque eso era la voluntad Divina. A pesar de ello continuaba dando clases de francés a quien lo solicitaba, desde luego no cobraba mucho por las lecciones ya que no tenia ni para comer.




No cabe duda que la desvariación mental fue degenerando en una especie de psicosis que lo llevo a despreciar las comodidades e higiene más elementales. Pero pese a eso, su inteligencia y sus habilidades manuales daban buena prueba de sus dotes de inventor, ideando diversos utensilios de precisión científica y de utilidad casera.

Por ejemplo: su creación más perfecta y que le valió el calificativo de ¨tio del aparato¨, fue un telescopio de gran potencia con el que se podía observar perfectamente los astros y algún planeta. Leemos, que con este aparato que colocaba durante el día en el Mercado Publico de la Concepción (puerta del Café Tánger) y en la Explanada (Plaza de la Constitución), así como durante las ferias en el Paseo de la Velada se ganaba la vida el Sr. Garnier.  Dicen que se ponía  con su babi largo, barba y melena y descalzo al pie del telescopio en el paseo central de la velada, rodeado de curiosos que por unos céntimos se asomaban al universo. Pero ya en aquellos tiempos, las personas ineducadas comenzaban a mofarse del pobre hombre, al que consideraban loco, burlas que les producía un continuo mal genio y pena.

Los guasones pagaban los céntimos para ver por el telescopio, y el buen hombre; porque a nadie hacia daño, le preguntaba con la ingenuidad de un niño o sabio:

-¿Qué es lo que ves hijo, ves algo interesante?
A lo que el guasón, respondía.
-Pues si, veo un barbero con una gran tijeras y una navaja,  que viene para acá con idea de pelarle y afeitarlo.

Aquello le sentaba muy mal al Sr. Garnier que le mortificaba profundamente.

Este hombre no se metía con nadie porque era todo un caballero, pero su aspecto andrajoso y raro, constituía un espectáculo por donde pasaba y los niños la tomaron con el. Y en una ocasión en que fue denunciado a las autoridades, ya que  la habitación donde vivía era un verdadero basurero y olía mal, el Ayuntamiento mando a que limpiaran la habitación de donde sacaron enorme cantidad de papeles y trapos sucios, botellas vacías y cristales rotos, además lo pelaron, afeitaron, bañaron lo cambiaron de ropa y lo calzaron a la fuerza.

Pero de nada sirvió, ya que a las pocas semanas ya estaba otra vez igual, pero aquel castigo que el creía que no se merecía, le produjo una amargura que dejo una profunda huella en su vida. Por aquel entonces el ¨tío del aparato¨ vivía en una habitación con puerta a la calle junto al ¨Patio Vento¨ o de la ¨Emigranta¨ en la calle San José.

Pero de nada sirvió, ya que a las pocas semanas ya estaba otra vez igual, pero aquel castigo que el creía que no se merecía, le produjo una amargura que dejo una profunda huella en su vida. Por aquel entonces el ¨tío del aparato¨ vivía en una habitación con puerta a la calle junto al ¨Patio Vento¨ o de la ¨Emigranta¨ en la calle San José.

El motivo de encontrársele tantos cristales en su habitación era porque se dedicaba a cortar las botellas de donde hacia vasos  y floreros, y a reparar toda clase de objetos de cristal, los cuales por su baratura y perfección eran muy solicitados por las amas de casa. El procedimiento que usaba para cortar las botellas era muy simple, en vez de diamante utilizaba una simple cuerda que amarraba alrededor de la botella, según la medida deseada, la cuerda la impregnaba de alcohol y luego le prendía fuego, bastaba con el efecto del calor y el cristal saltaba por el sitio donde había liado la cuerda.

También fabricaba ¨Caleidoscopios¨ unos canutos de caña  donde introducía pedacitos de cristales de colores que al moverlos en diferentes direcciones se formaban curiosos dibujos. Estos productos que eran verdaderos objetos de artesanía lo compraban las gentes por unos céntimos que junto con el telescopio y algunas lecciones de francés apenas si le dejaban para comer.

¡Pobre tío del aparato! ¡Que lastima de hombre que por sus excentricidades servia de pitorreo de los incultos! Bastaba con escucharlo de hablar, para saber enseguida, que era un  hombre con una amplísima cultura. De todo entendía; Medicina, Ciencia, Historia, Geografía, Filosofía, Astronomía y Religión, de todo menos de Política.

Leemos también, que contaban las personas más mayores, que Monsieur Garnier tenia muy buenos golpes. Pues en cierta ocasión al enterarse un amigo suyo, que se había comido una gallina muerta encontrada tirada en la calle, le dijo:

¡Pero hombre, Sr. Garnier! ¿Como es posible que haya tenido Vd. valor y estomago para comerse una gallina muerta?

Pero el¨ tío del aparato¨ respondió con la mayor naturalidad y con su particular lógica filosófica lo siguiente.

-Pues no veo el motivo de tal repugnancia y el asombro que Vd. manifiesta por el hecho de que yo me haya comido una gallina muerta. ¿Es que acaso usted se la come viva? Monsieur Garnier, llamado el ¨tío del aparato¨ fue un hombre muy rico en inteligencia y humildad, pero vivio muy pobre y en la mayor de las miserias, durmiendo en un montón de papeles y trapos, en su ultima morada de la calle San José, desde donde fue trasladado en un acto de caridad al Hospital Municipal, donde murió por los años 1941 o 1942, exactamente no se sabe.

Y esta es la historia de Monsieur Garnier, un sabio  que vino de Portugal, expatriado a La Línea don de vivió durante más de 30 años y donde murió.



Luis Javier Traverso








Bibliografía: Artículo publicado en el periódico AREA por Juan Arturo Medina Suffo en sus “Crónica Linenses”. Libro la Línea de mis recuerdos por Enrique Sánchez-Cabeza Earle.

Gracias a la Colaboración de Enrique Alejandro Carreño Russi, Enrique Cerezo, Juan Arturo Medina Suffo y al grupo  del Facebook de La Línea en Blanco y Negro