jueves, 30 de junio de 2011

La Guerra Civil Española en las Páginas del Gibraltar Chronicle



LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA EN LAS PÁGINAS DE           GIBRALTAR CHRONICLE. Del 21 al 31 de julio de 1936.

 

«La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio» M. T. Cicerón

            En 2001 Gibraltar Chronicle cumplió 200 años de vida.  El día 15 de mayo de 1801 aparece por primera vez bajo su actual denominación  y bajo la dirección de Charles Bovisson.  Han sido  muy pocas las ocasiones en  las que el periódico no haya salido a  la calle durante sus dos siglos de vida.  Tras haber iniciado su existencia en las lenguas inglesa y francesa, la Crónica se ha publicado siempre en inglés.  Hubo una excepción durante la Guerra Civil Española, cuando sacó un número especial en lengua española. Este trabajo coge como base  esta edición especial aparecida  del 21 al 31 de julio de 1936.  Durante esa etapa el diario se hacía en el Gibraltar Garrison Library y estaba dirigido por el militar N. C. Drury. El periódico estuvo bajo el control de los militares británicos desde  1870 hasta 1946 cuando pasó a pertenecer a una fundación local.
La calculada ambigüedad de la postura británica ante la contienda española. 

El posicionamiento británico en general y la actitud mostrada por Gibraltar en particular, ante la insurrección militar española de 1936 en sus primeros días, y cómo incidieron en la zona del Campo de Gibraltar necesitan ser analizados. De hecho muchas de las actuaciones efectuadas por británicos y gibraltareños están todavía desde el punto de vista histórico pendientes de ser revisadas por lo menos con una mayor profundidad, y sobre todo con el necesario rigor histórico que el asunto requiere.

A lo largo de los años se han ido dando por sentadas algunas cuestiones que conforme los sucesos se iban alejando en el tiempo, fueron, casi siempre por intereses políticos, sistemáticamente manipuladas, tergiversadas, o simplemente, modificados criterios que maquillaban en gran parte la verdad. 

Ya en 1931 la proclamación de la II República en España había despertado un gran recelo en Gran Bretaña y también en nuestra vecina Gibraltar[1]. Este recelo que se mantuvo durante  los siguientes años, pues el Gobierno británico consideraba que las directrices de la política republicana perjudicaban seriamente los intereses económicos británicos en España, pasó a ser una amenaza real con la victoria del Frente Popular en febrero de 1936. La presencia de fuerzas comunistas en esta coalición fue determinante en muchos aspectos en las futuras actuaciones británicas.



  Tras el comienzo de la Guerra Civil, Gibraltar proclama, al menos oficialmente, una sólida política de neutralidad, ante la situación cada vez más grave en España, postura que se ve resquebrajada desde un primer momento por las buenas e intensas relaciones que mantuvieron las autoridades locales con los militares insurrectos españoles. Creemos que nos encontramos ante una situación de una neutralidad calculada y diseñada en muchas facetas hasta en sus más mínimos detalles. Por esto la sospecha de irregularidades en el cumplimiento de lo que públicamente se defendía son más que evidentes. La prensa local, como más adelante veremos, nos puede servir para analizar y valorar en parte algunos aspectos que consideramos determinantes y que pueden definir realmente esta postura de «neutralidad a medias».

Así, si Gibraltar mantuvo una política neutral en las formas, no lo fue del todo en el fondo. Para nosotros existen unas series de circunstancias anteriores al 18 de julio que pueden confirmar, o al menos hacer sospechar una cierta planificación en las actuaciones locales. Las visitas efectuadas de gente muy comprometida con la sublevación con anterioridad a julio de 1936, no fueron de ninguna manera casuales y no han sido valoradas en su justa medida, ni tampoco se conoce con certeza su posterior trascendencia. Entre éstas podemos destacar las realizadas por Sanjurjo en abril de 1934 y marzo de 1935; la de Rico Avelló, Alto Comisionado en Marruecos,  en abril de 1935  que ocuparía la cartera de Hacienda pocos meses después; la de Pinillos, Gobernador Militar, que posteriormente se haría cargo de la Inspección de Campos de Concentración de Prisioneros (ICCP), en marzo y abril de 1935; o la del mismo Franco en marzo de 1935 en la que fue acompañado por este último. ¿Qué pretendían o buscaban? Se ha especulado mucho con estas visitas pero creemos que nunca  han sido analizadas ni se le ha dispensado la importancia que realmente tuvieron. En ellas pueden residir algunas de las claves que explicarían acontecimientos posteriores.

También tiene gran significado la visita de Kindelán ya el día 24 de julio desde Algeciras en una embarcación facilitada por el cónsul inglés de dicha ciudad en un momento en que se realizaban muchos movimientos de los sublevados militares en la zona. El alcance de esta visita no está totalmente claro[2], aunque una cosa es evidente; coincidiendo con su visita la flota republicana no pudo repostar en Gibraltar.

Resulta evidente, por razones obvias, que desde siempre las  prioridades  estratégicos-militares y los intereses comerciales han prevalecido en Gibraltar. Y no lo iban a ser menos en este período. Las buenas y estrechas relaciones de dirigentes militares de Gibraltar con los sublevados españoles ayudaron a la estabilización comercial a través de la frontera desde los primeros días del levantamiento. La pronta y buena acogida en la plaza del nuevo cónsul español en representación de los militares insurrectos o la amistad del propio Gobernador de Gibraltar, Sir Charles Harington, con los mandos militares de la zona del Campo de Gibraltar son buena prueba de ello.

Compañías  internacionales importantes como Shell[3] Texaco[4] y Standard Oil se sumaron al embargo. Otras, más de ámbito local como Tarik Petroleum Co, también lo hicieron. Incluso  Vacuum oil[5], muy vinculada con España, no cumplió un contrato vigente con el gobierno republicano. El avituallamiento de combustible para buques conocido como bunkering era una de las actividades comerciales gibraltareñas más rentable[6]. Además deberían repasarse el papel jugado por otras compañías como la gibraltareña de transportes navales Bland; la Kleinwort & Sons de Londres tan vinculada a Juan March; la General Motors; la Ford; la Studebake, etc.
Debemos señalar que muchas de las más importantes fortunas de la zona, incluyendo ambos lados de la verja, están desde muchos años bajo sospecha, pues fueron logradas en su mayor parte durante la Guerra Civil y los inmediatos años de la postguerra. Los pingües beneficios obtenidos hicieron que nacieran importantes fortunas de la nada. De la ayuda encubierta no nos cabe duda, pero también si observamos algunos aspectos concretos podemos interpretar  que hubo signos de una ayuda manifiesta: por omisión, la negativa de provisión de carburantes a la flota republicana es «oficial», o de forma directa o por hechos consumados, apoyo logístico «no oficial» a las tropas sublevadas. 

Diversos personajes, algunos de ellos verdaderos enigmas históricos, son  piezas claves en estos sucesos, como: Goizeta, hombre de confianza de Mola y enlace de los insurrectos con las autoridades gibraltareñas, Griffiths hombre de Queipo para el Campo de Gibraltar,  Imossi importante empresario y representante de la Cámara de comercio de Gibraltar,  Gaggero, Haynes, el empresario alemán afincado en Marruecos Johannes Bernhardt, o posteriormente López Ferrer



Además de petróleo y carbón, productos básicos como leche, azúcar, café, harinas, etc., fueron objeto de negocio y eran transportados hacia La Línea diariamente. También se realizaron operaciones comerciales con medicamentos y por supuesto municiones. Conocemos por testigos presenciales que los envíos se solían hacer de madrugada[7], cuando el paso fronterizo estaba «cerrado».
Pero un aspecto, aún si cabe más decisivo es el de los contactos mantenidos con la Banca, inglesa y norteamericana, durante los meses anteriores al conflicto. La búsqueda de apoyos financieros fue prioritaria. Muchas entidades sirvieron para canalizar capitales de los insurrectos, y para mediar las compras y envíos de pedidos de material bélico. La utilización de las reservas que el Banco de España en Londres tenía depositadas en el Westminster Bank, o las distintas operaciones financieras, concesiones de créditos fundamentalmente, realizadas por el norteamericano Chase National Bank, o los británicos Midland Bank y Kleinwot Bank son un claro ejemplo de todo esto.
Mediante un sistema de triangulación se realizaban las operaciones mercantiles. Es decir, empresas ficticias o  creadas exclusivamente para este fin, la provisión de pertrechos bélicos destinados para las tropas insurrectas españolas,  con sedes en países neutrales, se dedicaban a comprar armamento y municiones a industrias bélicas de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia principalmente. Muchos de estos envíos fueron realizados a través de Gibraltar.  
Por otro lado, los insurrectos se vieron igualmente favorecidos por el apoyo logístico ofrecido, facilitando información sobre el estado de la flota gubernamental y las posiciones y movimientos navales republicanos. El entorpecimiento que provocaron los medios navales con bandera británica al despliegue de la escuadra española fiel a la República  en su intento de evitar el envío de tropas rebeldes a la Península fue manifiesto y crucial para el desarrollo de las operaciones de traslado del ejército de África.
 La pasividad y la no-acción británica favorecieron a Franco, y esto en los primeros días, desde el punto de vista estratego-militar  fue decisivo. 
Por otro lado, señalamos que los aspectos sociales han ido quedando habitualmente en un segundo plano. Todavía creemos que en cierto modo continúa ocurriendo. Por eso ante el conflicto español todas las iniciativas populares y particulares de amparar a los refugiados españoles no encontraron, sistemáticamente el respaldo y el apoyo, ni la necesaria cobertura de las autoridades gibraltareñas, tanto políticas como militares. La idea de acoger indiscriminadamente a los exiliados españoles era eso una mera idea, pues la mayoría de los refugiados era gente muy vinculada a la Roca, y los verdaderos asilados políticos fueron de nuevos transportados detrás de las líneas republicanas, particularmente, en los primeros días de la contienda a Málaga. Eso cuando no eran entregados a piquetes falangistas en la misma frontera con España. 


De este modo las iniciativas particulares y la de algunas organizaciones sindicales afectas a la causa republicana española fueron entorpecidas -siempre- y anuladas -ocasionalmente-, por las autoridades civiles y militares, y también por la inmensa mayoría de empresarios y comerciantes gibraltareños. No se aceptaba la participación en labores humanitarias al margen de la postura oficial gubernamental. 
Las autoridades británicas vieron siempre en los refugiados españoles una amenaza ante la posibilidad de un levantamiento que podía extenderse entre la masa obrera gibraltareña con unos resultados imprevisibles, y provocar una situación desde el punto de vista de la seguridad de la plaza como muy peligrosa. En cierto modo, el problema radicaba en que los ideales republicanos de 1931, los que se quisieron defender frente a la insurrección militar no eran desde luego los de finales del 1936, 1937, ni por supuesto los del 1938.
Ante cualquier petición de los refugiados españoles, como una mejora de las condiciones higiénicas; una organización interna a cargo de los españoles recluidos en el campamento; la garantía de asistencia sanitaria, la necesidad de tener más información de lo que estaba ocurriendo en España, etc., la repuesta era la advertencia de ser deportado, amparándose en las manifestaciones de los militares sublevados de que la situación estaba controlada y  garantizaban su regreso a España.
La situación de los refugiados españoles, en su mayoría, republicanos se fue complicando. La presencia de una doble diplomacia española, republicana y de los insurrectos, con una capacidad de gestión incomprensible desde el punto de vista de la normativa jurídica internacional,  agravó todavía más la situación. La cuestión del reducido espacio disponible argumentada por las autoridades fue una justificación hasta cierto punto aceptable para proceder a la evacuación escalonada. Las listas facilitadas por los militares españoles de personas vinculadas con la política y el sindicalismo fueron utilizadas para someter  a estos exiliados a una vigilancia más estrecha en los campamentos de refugiados, llegando en algunos casos a ser aislados y otorgándoseles una prioridad absoluta para ser evacuados a zona republicana, o entregados en la zona bajo dominio de los insurrectos.  La obligada repatriación, de la que una parte de las autoridades gibraltareñas y británicas era partidaria, fue desechada por la presión ejercida desde distintos sectores sociales de Gibraltar y Gran Bretaña, mediante declaraciones y protestas, como las realizadas por  National Council for Civil Liberties, Sindicatos, Logias masónicas[8], Asociaciones intelectuales, etc.



Siempre con la amenaza de ser expulsados por el Colonial Secretary, por supuesto a través de la frontera con La Línea, sino se aceptaba el traslado hacia otros puntos geográficos, se fue procediendo a la evacuación.
Paralelamente existía una intrincada organización clandestina de evacuación, en la que figuraban importantes personajes militares y civiles. Esta actividad generaba cuantiosos beneficios económicos, de los que más de un «avispado comerciante» gibraltareño se aprovechó. El principal destino era Tánger y desde allí se partía a distintos lugares, bien vía Lisboa, París o Londres, pero además existía otra opción, la más frecuente para la gente con menos recursos económicos; el traslado a la retaguardia republicana, es decir a zona republicana, principalmente Málaga, Almería, Cartagena y Valencia.
A pesar de todo lo expuesto, Gibraltar jugó un papel fundamental en el refugio de españoles que huían aterrorizados por los dramáticos sucesos. Gracias a esta recepción de refugiados pudieron salvar la vida un gran número de ellos,  y que de no ser así, con toda probabilidad hubiesen provocado una masacre de civiles sin precedentes en nuestro país. Que las ayudas pudieron desarrollarse de otras formas, por supuesto que sí, pero la difícil situación en la zona en un período tan convulso ha servido siempre como justificante perfecto. 
   Una ojeada a los primeros días de Guerra Civil a través de las páginas de Gibraltar Chronicle
En el número 30.598 del lunes 20 de julio de 1936 el periódico gibraltareño recoge en sus titulares de primera página el levantamiento militar  en España y describe la situación creada en el país con el intento de implantar una dictadura. Las comunicaciones telefónicas han sido interrumpidas a la vez que muestra la situación que se vive en la comarca: «Disturbances en La Línea, Incendiarism Reported in Málaga, Algeciras Quiet»[9]
 
Algo significativo de este diario de la Roca se recoge en su encabezamiento y da idea de su faceta oficial y ligada al poder militar y político de la colonia británica ya que actúa como Gaceta Oficial: «All public Acts appearing in the Official Gazettes from time to time published in this Chronicle, signed by the proper Authorites, are to be considered as official  and obeyed accordingly.  By Command of His Excellency the GOVERNOR, Alex. E. BEATTIE, Colonial Secretary». 
En esta primera edición, impresa en inglés, donde se recogen noticias sobre los sucesos que están ocurriendo en el vecino país, aparece ya una de las principales fuentes que utilizará el periódico para contar lo que sucede: las proclamas y los discursos radiofónicos del general rebelde Queipo de Llano desde Sevilla[10]. En estos primeros momentos parte de las noticias recogidas en este diario proceden de la agencia británica Reuters y dan una idea de lo sucedido en el norte de Marruecos donde empezó el «movimiento» y de cómo se encuentra la situación en otros puntos del país. Frente a las palabras de Queipo de Llano que representan la versión de los rebeldes en esta misma edición se recogen noticias procedentes del bando del gobierno republicano «an official broadcast by the spanish Goverment» que señalan que «el intento criminal contra la república ha fallado» y que «la situación está controlada y que pronto se recuperará la normalidad». También se hace referencia a un comunicado de «las autoridades españolas en Marruecos...». Un primer día de noticias recogidas en inglés procedentes de los dos bandos en conflicto.



En la edición de este primer día de noticias referidas a la recién iniciada guerra en España la terminología usada se concreta en «goverment» para el gobierno de la República y «rebels» para los militares que habían dado el golpe de estado. Terminología que variará sustancialmente al día siguiente, martes 21 de julio, cuando Gibraltar Chronicle lance su primera edición especial en español. A partir de este día las tropas del gobierno republicano pasaron a denominarse como comunistas lo que se ve reflejado en dos titulares de esa jornada: «Captura de un general comunista» y «Los buques de guerra españoles en Tánger se vuelven comunistas». Los militares golpistas continúan denominándose rebeldes pero también se les señala como revolucionarios, tropas revolucionarias y movimiento revolucionario.  Todo esto es bastante significativo y reflejan el posicionamiento ideológico que va adoptando esta publicación y el matiz propagandístico que conlleva. 
Las noticias de esta jornada recogen de nuevo los discursos radiofónicos del General Queipo de Llano desde Sevilla aunque también, significativamente, se recoge la conversación telefónica del embajador español en Londres con el gobierno de Madrid desde donde le explican como esta la situación. «Se lucha en Sevilla, Valencia y Zaragoza […]. También le dijeron que los buques de guerra estaban impidiendo el transporte de tropas.  ¿Cómo llega a conocimiento del periódico esta conversación?  Una de las explicaciones más factibles la encontramos en el posicionamiento del embajador español en Gran Bretaña, Julio López Olivan, que actuó y colaboró de manera encubierta a favor de los rebeldes sin renunciar a su puesto en la embajada. En Londres se controlan y conocen los movimientos de los diplomáticos españoles lo que hace suponer que también sean conocidos en Gibraltar e, incluso, puestos en letra impresa en el Gibraltar Chronicle[11].       
Esta primera edición en español también recoge la muerte del general Sanjurjo ocurrida el día anterior, 20 de julio. «Muerte del general Sanjurjo. Mientras volaba desde Lisboa a Madrid.  El General Don José Sanjurjo, Marques del Rif, murió en accidente de aviación cuando volaba desde Lisboa a Madrid. Se esperaba que se pusiese al frente de las tropas que avanzan sobre la capital». Además recuerda esta edición la visita que realizó el militar a Gibraltar en abril de 1934». Tan solo 24 horas después del accidente que le costo la vida al general Sanjurjo, la Crónica publica la noticia. Las conexiones entre el bando sublevado y la Roca eran muy fluidas y rápidas ya que se conoce la muerte de quien estaba llamado a liderar la insurrección tan solo veinticuatro horas después de producirse, cuando en Burgos se sabe el mismo día 20, aunque bien entrada la noche, y con los militares que encabezan el movimiento intentando silenciar la muerte de Sanjurjo. 


Esta referencia a la visita de Sanjurjo  acaba: «[…] a la llegada a la frontera inglesa, fue saludado muy efusivamente por un numero de refugiados monárquicos en Gibraltar». Tras la muerte del general Sanjurjo es lógico que apareciese cierta incertidumbre entre los máximos artífices: Mola, Franco y Queipo, por este orden. De tal manera que Mola en la noche del 21 expone a un grupo de monárquicos la necesidad de establecer una Junta, de civiles,  que dirija políticamente el movimiento en discrepancia con otros sectores que defendían que el movimiento debía ser dirigido y organizado sólo y exclusivamente por los militares[12]. Esta opción era considerada por británicos y franceses como la mejor para la estabilidad política del Occidente europeo,  las pretensiones económicas y la seguridad de sus respectivo países, ya que el sector militar pro-monárquico sería menos contundente ante un más que probable movimiento revolucionario de tipo bolchevique como el llevado a cabo por los soviéticos.
    El periódico en esta edición recoge la situación que se vive en la comarca,  donde los rebeldes se han hecho con el control en toda la zona de la Bahía de Gibraltar y, fundamentalmente, la situación de los barcos de guerra republicanos en la zona de Tánger. Momento  clave en el desarrollo de la contienda en estas primeras jornadas ya que los rebeldes contaban con el control de la zona donde debían desembarcar las tropas para iniciar la ofensiva pero no contaban con el transporte y con la ruta despejada ya que los barcos de la Armada española se alinearon con la República.


    Otro dato relevante que podemos sacar del texto de esta jornada es que los que tuviesen la oportunidad de  informarse a través de este periódico tenían información  «fresca» de hacía escasas horas ya que se trataba de un periódico vespertino que reflejaba todo lo que hubiese acaecido durante la jornada: « […] los comunicados del General Queipo de Llano  emitidos en la mañana de hoy (martes) […]».


    En su edición inglesa del martes 21 de julio el titular es especialmente significativo en cuanto a la terminología: «Málaga in hands of reds».  Ya empiezan a denominar a los seguidores y defensores de la República como «rojos».  Se usa el periódico  para influir en los lectores de lengua inglesa en el Peñón que temían la llegada de un régimen soviético a España y temían la pérdida de sus intereses en el país vecino. Términos como «comunistas», «rojos» o «soviet»  determinan el tono del discurso y la orientación que el periódico quiere dar a sus noticias cuando se refieren al bando leal a la República. Identifican las acciones del gobierno republicano con unas ideas que causaban temor y rechazo en la sociedad gibraltareña y que producirían esa misma reacción también en el entorno más cercano, el Campo de Gibraltar.


En esta  misma edición en inglés se señala que «en la mañana del lunes un representante de la Crónica obtuvo la siguiente información exclusiva por teléfono de Madrid». Se trata de una nota oficial del gobierno de Madrid donde se informa de que los generales que están llevando a cabo la revuelta han conseguido transportar algunas tropas africanas desde la zona del Marruecos español, que fueron desembarcadas en Algeciras gracias a la traición del comandante del  «Churruca».  Y reconoce que con algunas excepciones la Armada permanece fiel al gobierno. Gibraltar mantiene sus conexiones telefónicas intactas y de ellas se servirá el general rebelde Kindelán en su visita a la Roca. Este hecho es sumamente importante si tenemos en cuenta que existían focos de sublevados totalmente aislados e incomunicados que por medio de Kindelán reciben consignas.

    En la página  número cinco se recoge la situación que viven muchos de los vecinos de la comarca, bajo el título «Exodus from La Línea», se puede leer  « […]a number of  wounded were brought to Gibraltar on sunday evening and admitted to the colonial hospital». 
Comienza en esta edición a informarse de la llegada de refugiados: «One of the pathetic features of the influx of poor refugees is their complete ignorance of the political significance of the terrible events enacted at La Línea. The arrival of the Moroccan troops struck terror in their hearts and many, not realising that the arabs  were the allies of one of the conflicting parties,[...]». «Que vienen los moros» se convirtió en una de las amenazas más temidas por los vecinos de las localidades vecinas del Campo de Gibraltar ante las atrocidades que cometían las tropas procedentes del Marruecos español. Según la previsión del tiempo recogida en la Crónica los barcos situados  en la Bahía se encontraron esa jornada del 21 de julio con  una fina y ligera niebla, y una temperatura cercana a los 21 grados. 

    La alusión a la llegada de refugiados a la Roca continúa en el número especial en español del miércoles 22 de julio: «Fondo para los refugiados necesitados. Se calcula que más de 5.000 personas han entrado en Gibraltar desde que empezó la revolución en España. Se ha abierto una suscripción para los más necesitados y se ha recaudado una suma bastante crecida».  Información agrupada con otras dentro de un titular referido a «Noticias de Gibraltar», y que señalan cómo está afectando a la colonia las acciones de ambos bandos que en estos primeros días tenía como principal y fundamental escenario la Bahía de Gibraltar.
 
Cruceros Españoles en la Bahía de Gibraltar. «Los cruceros españoles “Libertad” y “Cervantes”, un cañonero y tres destructores, llegaron de Tánger a la bahía de Gibraltar el martes a la noche. Dichos buques, según se dice, han venido a abastecerse de provisiones y combustible. Un número de marinos de los mismos desembarcaron esta mañana en el muelle Comercial pero regresaron a bordo sin entrar en la población. El acorazado “Jaime I”  ha llegado también a Gibraltar. Como se decía ayer la tripulación del “Jaime I” se amotinó y mató  al Comandante, dos oficiales y algunos marinos». El gobierno británico dejo en manos de los propietarios de las empresas de venta de combustible la elección de suministrar o no a los barcos republicanos. Empresas en manos de un grupo con enormes intereses a favor del triunfo de los rebeldes y en contra del gobierno de la República. 


    Las noticias  reflejan lo que ha ocurrido  escasas horas atrás. En la entradilla podemos leer: «El bombardeo de La Línea llevado a cabo por los buques españoles empezó esta tarde poco después de las 3.30, apoyada por aeroplanos.  Las tropas regulares están defendiendo».  En esta edición se recogen de nuevo los mensajes radiofónicos del General Queipo de Llano de esa misma mañana: «A las 10.15 horas de hoy (miércoles)  dirigió la palabra de nuevo [...]». Este mismo general introduce un nuevo término para definir a los republicanos: «marxista», se amplia la terminología que une cada vez a la República española a la Unión Soviética tan temida por el gobierno británico. Más de la mitad de la página, dos columnas recogen los discursos radiados por el citado general dando cuenta de los progresos de las tropas rebeldes. En cuanto a las fuentes se especifica la lectura de «un telegrama del General Franco al efecto de que los aeroplanos habían bombardeo a los buques de guerra comunistas».   Ataque recogido en el número especial de la Gibraltar Chronicle del jueves 23 de julio  con el titular: «Se pelea en la Bahía de Gibraltar».
 
Aeroplanos rebeldes contra buques de guerra. Sobre las 3 de la tarde de ayer los buques españoles que estaban anclados en la bahía de Gibraltar se dirigieron a Puente Mayorga. Al rato tres aeroplanos del Gobierno arrojaron bombas sobre La Línea, seguido por un ligero bombardeo por los buques de guerra. En distintas ocasiones durante la tarde aeroplanos rebeldes bombardearon la escuadra española que estaba anclada frente a Campamento. Los buques respondieron al fuego y algunos aeroplanos volaron sobre Gibraltar. Balas de los buques se veían claramente explotar por encima del Cuartel General de la Aviación de Gibraltar y el Royal Naval Cinema. Cascos de metralla cayeron en dos lugares de Gibraltar, en la aldea de La Caleta y en el tejado del Rock Hotel, causando algunos desperfectos en el último lugar. El Excmo. Sr. Gobernador Accidental y Comandante en Jefe de la plaza de Gibraltar envió al Comandante de los buques españoles una protesta muy enérgica con el aviso correspondiente  respecto al haber disparado desde la bahía de Gibraltar a los aeroplanos que volaban sobre Gibraltar y en la vecindad de la fortaleza, por cuyo motivo habían caído balas sin explotar y fragmentos de proyectiles dentro de la plaza. También ha protestado muy enérgicamente dicha autoridad al Alto Comisario del Marrueco español por permitir que sus aeroplanos volasen sobre la fortaleza de Gibraltar y su vecindad cercana, de esa forma violando los convenios internacionales. Los buques españoles zarparon de Gibraltar durante la noche del miércoles, quedándose uno atrás para tomar combustible. Unidos a dichos buques van dos hidros».
En esta edición las fuentes utilizadas están perfectamente identificadas: Las radios de Madrid, Lisboa y Sevilla, por supuesto esta última en manos del General Queipo de Llano. También se introduce en este número el testimonio de una persona que vio desde Campamento la batalla librada en la jornada anterior en la Bahía entre los aeroplanos rebeldes y los barcos republicanos. Finalmente los barcos republicanos dejan la bahía de Gibraltar sin repostar y sin conseguir su objetivo de bloquear el paso de tropas rebeldes a la Península. Cabe destacar la identificación cada vez más marcada que se hace del Gobierno republicano con la URSS en «Varios Informes de la Situación». […]. «La radio de Lisboa dijo anoche que el Sr. Azaña era el presidente de los soviets que está ahora en el poder en Madrid bajo las órdenes de Rusia».

Por primera vez, tras dos días editando las noticias en español, aparece el editor, la periodicidad y la dirección de la publicación: «Printed and published by the Gibraltar Garrison Library Committee, Governor´s Parade, daily, Sundays excepted».
Las noticias recogidas en la edición del viernes 24 de Julio proceden fundamentalmente de fuentes de la embajada norteamericana referidas a la capital, Madrid, y en las que se advierte de la «Critica situación en Madrid». En el texto aparece «[…] la situación se pondría peor si entran mas rebeldes o si no se controla mejor a los comunistas». Aparece de nuevo la identificación  del gobierno con el comunismo que ya el lector de la Crónica habrá aceptado como verdadera.
El sábado 25 de julio la Crónica ejerce como Gaceta Oficial y publica dos anuncios  del Gobierno relativos a la permanencia en la fortaleza. El primero de ellos señala: «La siguiente traducción del aviso oficial del gobierno que aparece en la primera plana:- Por la presente se da aviso que el gobierno ha decidido en el bien publico que se renueven sin demora alguna las condiciones normales de entrada y permanencia en la fortaleza. Por lo tanto se llama a todos los dueños de las casas a lo previsto en la “Aliens and Strangers Order”[13]  que indica que todo extranjero debe obtener un permiso para residir en Gibraltar, y se les advierte a quienes concierna que cualquier persona que directa o indirectamente albergue o ayude a entrar en Gibraltar a extranjeros sin permiso comete un delito». El gobierno gibraltareño intenta frenar la masiva llegada de refugiados españoles que buscan refugio en un espacio reducido y limitado como el Peñón, sobrepoblación a la que se suman los ingleses que han sido conducidos a la Roca para apartarlos de la contienda. La gran mayoría de refugiados del bando republicano fueron evacuados a Málaga semanas mas tarde de su llegada a  Gibraltar, gran parte de ellos carecía de medios de vida para permanecer en la Roca o dirigirse a otros destinos. También se producen situaciones más dramáticas como las primeras expulsiones de refugiados a través de la frontera con La Línea, siendo entregado muchos de ellos, bajo la acusación de ser instigadores bolcheviques,  a las autoridades militares sublevadas. 
El segundo anuncio, denominado aquí aviso, oficial de la Crónica esta referido a la «Seria escasez de alojamiento», texto en el que se recomienda a todos aquellos que se encuentren de vacaciones en la Roca que intenten abandonar la colonia lo antes posible para de este modo aumentar el numero de plazas para acoger a los refugiados. 
Destacamos que tras varios días publicando noticias en español es la primera vez que aparece justificada esta versión Española del periódico: «Mientras prevalezca la situación actual en España la Gibraltar Chronicle and Official Gazette publicara a veces noticias en español». 



El domingo 26 de Julio se publica una Exclusiva de la Gibraltar Chronicle: «El sábado por la tarde un representante de la GC se entrevistó en La Línea con algunos oficiales militares de alto rango. …». Esta entrevista da idea  de las buenas relaciones y contactos que se mantenían desde el periódico, dirigido por militares, con los mandos sublevados responsables de la zona del Campo de Gibraltar que se prestan a dar datos al periódico gibraltareño. Y por otro lado nos confirma el grado de compromiso existente en este momento, y con total seguridad desde mucho antes si tenemos en cuenta que tan sólo han transcurrido ocho días del levantamiento militar,  entre las autoridades británicas, y gibraltareñas, y la causa de los sublevados.


En la edición del 25 de Julio se publica «Supuesto ruego al gobierno francés. El supuesto ruego del gobierno español al gobierno francés respecto a suplir armas y municiones interesa a todas las naciones según se desprende por un radio de Lisboa». Al día siguiente, domingo 26 de Julio los lectores de la Crónica conocen ya la respuesta del «ruego»: «La actitud del gobierno francés. No interviene en los asuntos de España. Radio Coloniale (Gobierno francés) anunció por radio en la mañana del domingo que el consejo de ministros en Francia había decidido unánimemente el de no intervenir en los asuntos de España. Esta política de no intervenir se aplica también al supuesto ruego de suplir armas hecho por el gobierno español al francés». Nos llama la atención la  inmediatez en las noticias, en este caso tan sólo algunas horas. Esta rapidez podría estar justificada por ser conocida con antelación por la redacción la disposición francesa. No olvidemos que británicos y franceses mantienen contactos desde los primeros días para adoptar posturas similares. En este caso creemos que los británicos consiguen su objetivo,   el compromiso de que los franceses no intervengan en la Guerra Española y dejar sin suministro bélico al gobierno de la República. Al igual que en España el Frente Popular había ganado las elecciones francesas en mayo de 1936, y se esperaba por afinidad política y por las excelentes relaciones entre ambos gobiernos una mayor implicación en los hechos, pero la mirada hacia otro lado de León Blum privó al gobierno legítimo español de un apoyo ideológico tan imprescindible en esos momentos como la posible ayuda material. 
El gobierno británico había apostado por el bando rebelde y en tan solo una semana de conflicto benefició a los militares de Franco con dos acciones o no intervenciones que decidirían el transcurso de la contienda: la falta de suministro de combustible a los barcos leales a la República que impidió el bloqueo del Estrecho para interrumpir el traslado de tropas rebeldes a la Península. Esto junto a la negativa francesa de no proveer armas y municiones a los republicanos supuso un gran lastre para el ejército  del gobierno frente  a los rebeldes que contaron desde los primeros días con el apoyo de Alemania e Italia. La participación de estos dos países y la influencia que ejercieron en el desarrollo de la Guerra no están todavía del todo calibradas.
 Bien para finalizar, aún sabiendo que quedan muchos asuntos y aspectos que aparecen en estos diarios por tratar, debemos señalar que en este contexto Gibraltar Chronicle sirvió de órgano de información y de opinión en manos de la administración y de la guarnición militar de la Roca, a la vez que un vehículo de alto valor para la actividad propagandística de los sublevados. 



A modo de conclusión
Un análisis pormenorizado de estos ejemplares del Gibraltar Chronicle en castellano requiere un tiempo y un espacio del que aquí nos disponemos. No obstante hemos esbozado algunas de las noticias aparecidas que reflejan el posicionamiento ideológico y la estrategia propagandística adoptada por el rotativo y que hemos utilizado para articular este trabajo.
No nos cabe la menor duda de que al ser este periódico uno de los pocos que hizo un seguimiento de los sucesos de julio de 1936 en nuestra zona, adquiriese una importancia tal que difícilmente debió ser ignorado por los lectores españoles, ávidos de recibir información. La esperanza depositada en sus páginas fue enorme, ya que a lo largo de su trayectoria había mostrado signos de profesionalidad, en cuanto a redacción y fuentes, de una fidelidad a la verdad, pero que en este caso desgraciadamente no se iba a cumplir. Se buscaba con ansiedad la negación o la confirmación de noticias que pudiesen aclarar algo la situación y que bien podrían ayudar a tomar una decisión, como el hecho de abandonar todo y huir hacia determinada zona, o aguardar a que todo pasase. Se vivieron  situaciones dramáticas, llenas de incertidumbre y dolor, como las acaecidas en La Línea y San Roque.   Aún así, gracias a la información aparecida en sus páginas pudieron ponerse en guardia muchos lectores y se salvaron muchas vidas, pero también y con relativa frecuencia fueron determinantes para un gran número de personas que por esperar quedaron atadas irremediablemente a un trágico destino*. 
Son evidentes las manipulaciones de algunas de las noticias aparecidas, dándole un sesgo acorde a su postura de compromiso con las fuerzas rebeldes. Existe un intento de movilizar a la opinión pública gibraltareña en contra de los republicanos españoles, exaltando en lo posible las acciones de los sublevados y sus futuras intenciones de dar estabilidad y «normalidad» al país. Pero esta falta a la verdad no se ciñe sólo a esta publicación, sino que salpicaba a muchos sectores de Gibraltar, trascendiendo a otras esferas más decisivas. 
Otro aspecto que llama la atención es la rapidez y la profundidad de las noticias referentes al bando sublevado. Es sorprendente la intensidad con que son narradas y sobre todo lo bien documentadas, pues parece tener la redacción una información de «primera mano», que si no existiese una estrecha vinculación con los dirigentes militares sublevados difícilmente se explicaría.
El discurso, el planteamiento, en definitiva las formas de ofrecer la información fueron claramente favorables a los sublevados. Esta postura está en concordancia y por lo tanto debe relacionarse con las reiteradas visitas que muchos de los protagonistas de la insurrección realizaron al Peñón con anterioridad a julio de 1936. Estamos hablando especialmente de las realizadas por Sanjurjo, y la del propio Franco que son  en nuestra opinión hechos claves para entender las pautas seguidas tanto por las autoridades británicas y gibraltareñas, hablamos de militares y civiles, como por los sublevados y republicanos españoles.
Además la utilización de este medio como propaganda de los insurrectos fue importante y no sabemos que alcance pudo tener realmente, aunque es cierto que determinó en muchos aspectos algunas de las actuaciones de los focos fieles al gobierno español. Fueron muchos los que desistieron de entrar en Gibraltar y desde allí trabajar en pro de los intereses republicanos ante el clima adverso que se intentaba ofrecer desde las páginas de la prensa local.
Como contraprestación a esta engañosa postura de neutralidad, Franco ofreció la construcción del aeropuerto, concesiones monopolísticas comerciales a compañías inglesas y petroleras norteamericanas e inglesas, su renuncia a la plaza de Gibraltar, y otras cesiones que serían del todo incomprensible, dada la personalidad del general, como de hecho ha sido resaltado por muchos de sus biógrafos, si no estuviesen justificadas con esta colaboración.
En definitiva son muchas las dudas que se nos han planteado desde que abordamos su análisis. Hemos pasado de la simple sospecha, a veces infundada, pero otras totalmente certeras, a la contradicción, y sobre todo estas páginas han dado paso a la reflexión. No se trata de cuestionar que si la actuación fue la correcta o no, si fue o no legal, sino de lo que creemos más importante, si lo fue desde la legitimidad. La hipocresía mostrada por los gobiernos británico y gibraltareño es evidente y no sólo confunde y engaña a la ciudadanía española sino que también y de forma manifiesta a sus propios conciudadanos. No siempre el fin justifica los medios. Por todo esto consideramos necesario profundizar en estos acontecimientos que sin lugar a dudas pueden aclarar todavía más muchos aspectos de la Guerra Civil Española, particularmente de los primeros momentos y de las «exitosas» campañas militares iniciales de las mal denominadas tropas nacionales. Entre otras cosas situarían a los diversos protagonistas, sean estados, entidades o personajes en el lugar que históricamente, y también legítimamente, le corresponde. La Historia debe buscar mediante el análisis ante todo, la veracidad, y esto, el análisis histórico riguroso y concreto de muchos de los sucesos de la contienda española, principalmente en su primera etapa, y lo que aquí nos trae, de la postura británica en general, y la gibraltareña en particular, está todavía pendiente de realizar.
Sirva este modesto trabajo como inicio a una revisión, desde un nuevo planteamiento, de cuestiones dadas por asentadas y que con toda certeza no lo están.


Artículo escrito por:
José Beneroso Santos, Miembro del Instituto de Estudios Campogibraltareños (IECG) y Belén López Collado, Periodista. Artículo publicado en Lacy Revista de Estudios Sanroqueños, nº 1 y 2, (2009-2010) San Roque, págs. 143-157


Bibliografía
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GARRISON LIBRARY GIBRALTAR
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[1]  Europa consideró la instauración del modelo republicano en España como algo asombroso, aunque se temía que conllevase un posible acercamiento político de la URSS.

[2]  Sabemos que desde Gibraltar y utilizando los medios de comunicación militares de la plaza pudo establecer contacto con distintos grupos sublevados hasta ese momento incomunicados.

[3]  La Shell rechazó sistemáticamente las peticiones de los buques españoles fieles a la República de poder repostar en Tánger

[4] Texaco suministró combustible a los insurrectos mandando un importante cargamento de buques cisterna a Tenerife.

[5] La Vacuum Oil, empresa estadounidense había empezado a operar en las Islas Canarias en 1914, pasando unos años más tarde a denominarse Vacuum Oil of Canary Island y gozando de unos privilegios excepcionales por parte del Gobierno español.

[6] Todavía lo sigue siendo.

[7] Parece ser que no sólo disminuyeron sino que de determinados productos aumentaron considerablemente

[8] Destacamos la importancia que tuvieron las logias St. John 115 y Calpe 325.

[9]  «Disturbios en La Línea, incendios en Málaga, Algeciras tranquila».

[10] La radio fue importantísima en los primeros momentos de la insurrección militar. Un papel destacado en la propaganda radiofónica lo tuvo Queipo de Llano con sus  charlas radiofónicas desde Unión Radio Sevilla que comenzaron a emitirse desde el 18 de julio de 1936.  Seguía las mismas consignas que Goebbels, jefe de la propaganda nazi venía desarrollando en Alemania, y que tanta importancia adquiría posteriormente durante la Segunda Guerra Mundial

[11] Resulta muy interesante al respecto el trabajo de J. M. Algarbani, «Gibraltar y la política británica en la Guerra Civil española. Almoraima, 25 (Abril, 2001), págs. 403-412.

[12] La sospecha de que la muerte de Sanjurjo no se debió a un accidente fortuito ha permanecido a lo largo de los años. Quizás la urgencia de Mola en establecer un órgano político que dirigiese la insurrección confirmaría las dudas sobre este hecho y la desconfianza que le proporcionaba Franco.

[13] Tal como se indica en el propio diario, en referencia al capítulo cinco de las Leyes Revisadas.

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